lunes, 25 de junio de 2012

LA HISTORIA DEL GUATIN Y EL CAZADOR





Recuerdo muy bien el lugar donde crecí, un lugar tranquilo y de clima cálido, atrapado entre las cordilleras occidental y central de mi país, bañado por el rió la vieja el cual serpentea cuesta abajo hasta poder unirse  al Cauca. En sus laderas  es muy fácil encontrar a los agricultores sembrando café, caña de azúcar o criando ganado, entre estos cultivos juegan diversos animales de diferentes especies nativas propias de la región. Pues bien, un día cualquiera de octubre se encontraba un pequeño guatin corriendo por un cultivo de maíz que estaba a punto de ser cosechado, escarbaba por allí, dormía por acá, y saltaba por allá. Parecía ser que se encontraba muy feliz, desde donde me encontraba  era fácil observarle recorrer todo aquel maizal sin preocupación alguna. Pero  muy cercano a aquel cultivo se encontraba también un chico aprendiendo a cazar, llevaba dos perros guía los cuales olfateaban todo a su paso buscando entre la maleza algún botín valioso con el que volver a casa. Algunas veces les había visto merodear  en las tardes calurosas, pero al parecer nunca habían tenido suerte,  sin embargo este día podría ser la excepción…

Vi como lentamente el pobre animal se acercaba al área donde estaba aquel loco con su cañón amenazando la espesa hierba, buscando sin cesar como si hubiera un tesoro oculto, los perros estaban sentados, quizás del cansancio y la alta temperatura del ambiente, ¡de pronto! Y como un error fatal se escucho el crujir de ramas secas, los perros agudizaron su atención hacia el terreno de donde provenía y empezaron a gruñir y a ladrar sin cesar, prontamente el perseguidor comenzó a correr cuando pudo observar que algo corría entre las matas de maíz ya casi secas. Lanzo sus ordenes a los mastines quienes no dudaron en correr también tras de la presa, la cual corría hacia el único lugar posible donde sabría que tendría salvación…los guaduales.
El perro más joven instintivamente rodeo por detrás la pendiente para cerrar el paso del animal, corría como loco y su lengua salía largamente de su boca, el cazador continuaba marchando detrás del guatín, siguiéndolo muy de cerca gracias al terreno plano por el cual estaban transitando aun, adelante suyo el perro más veterano de color negro estaba por alcanzar el agutí, daba grandes zancadas que le permitían prácticamente  “respirarle en la nuca”. A pesar de ser un gran corredor, el  roedor  contaba con la desventaja del terreno, pero estaba por llegar a un gran guadual  que se mecía de un lado a otro por el viento de la tarde que se empezaba  a transformar de a poco con el correr de los minutos en noche.
Gran desilusión mía fue el ver como antes que el guatín llegara a su guarida, el perro que se había adelantado se cruzo en su camino, mordiéndole por poco, pero gracias a su avidez, el “chico” pudo evadirlo, corrió entonces hacia la orilla del rio, prácticamente encerrándose a si mismo junto a un gran árbol de caracolí, solo atino a detenerse y respirar, sin saber que hasta allí había podido llegar sus tres verdugos. A cinco pasos del agutí el cazador le apunto con su arma, de doble cañón, muy precisa porque era  de gran alcance y tenia munición de perdigones, dio un paso más, y noto como el corazón del animal latía tan rápido que se notaba que necesitaba respirar rápidamente. Los perros ya no ladraban, tan solo rodeaban  su presa gruñendo con rabia esperando la orden de acabar con él. Un nuevo paso, ya casi que podía tocar con su arma al animal, en ese preciso momento vi como estaba por jalar del gatillo, no pude aguantar más, sentía que debía hacer algo, ¿pero qué? Estaba muy lejos y no tenía nada con que defender aquel pobre guatín, entonces solo atine a hacer lo que es preciso en estos casos…grite fuerte, tan duro como mis pulmones me permitían hacerlo –señor ¿acaso no sabe que en estos lados no se puede cazar?
Sin saber de dónde provenía aquel grito aquel joven miro hacia todos lados tratando de descifrar quien le había descubierto en su faena ilegal, miraba desconcertado y parpadeaba como si estuviera sorprendido, por un momento olvido a su presa y lleno de rabia grito: -¿qué tiene de malo?
Como si aquel  pequeño animal comprendiera mi intento de salvarlo, se puso apresto y corrió como nunca pasando entre las piernas de su agresor, quien anonadado veía como su próxima cena escapaba, de nuevo empezó la persecución, pero ya con un ventaja para el animal, quien aprovecho los últimos rayos de luz para correr directo hacia la orilla del rio y sumergirse sin pensarlo en el, nadaba tan rápido como corría, yo no lo podía ¡creer!
Dispuesto a no darse por vencidos los perros también se lanzaron al agua, mientras el cazador desde la orilla empezaba  dispararle al pequeño punto donde se encontraba el animal, pensé para mi mismo que lo atraparían de nuevo, pero instintivamente el agutí se agacho y clavo a nadar del todo, sin dejar rastro alguno en la superficie del agua, pasaron cerca de treinta segundos angustiosos, no podía de dejar de mirar desde  mi balcón esperando a que volviera a salir a tomar aire, mmm creo que ese mismo pensamiento tenía el chico con su arma empuñada lista para acabar con el apenas saliera, pero extrañamente no salía, pasaron otros 20 segundos, y... Me alegre cuando vi que aquel hombre bajaba su arma, y de un silbido llamo a sus canes, los cuales dieron media vuelta desilusionados, había que volver a casa, ya era de noche.
Aun al ver alejarse del lugar a aquel trió, mi mente y corazón seguían pendientes del rio, me resistía a creer que el “chico” se había ahogado tratando de escapar, sería una forma ilógica de morir, pero de repente alcance a distinguir como al otro lado del rio, en la orilla una sombra negra salía y se revolcaba secándose entre el pasto…al fin lo vi bien, estaba libre y volvía a revolotear aquí y ¡allá!

0 comentarios:

Publicar un comentario

 
;