viernes, 28 de marzo de 2014 0 comentarios

La causa de mis males

                                     




Triste, silencioso, despreocupado, así me describe quien me ve al pasar, pero no saben el porqué de mi pesar, de la carga que arrastro conmigo a donde voy...

Llevo un sufrimiento tan hondo como la herida que se abrió en mi interior, no por un arma, no por una enfermedad, sufro de algo peor…

No sufro por el dinero, al fin y al cabo nunca he tenido lo suficiente como para sufrir por su perdida y sus encantos.

Mucho menos se aflige mi alma por las libertades del cuerpo, he disfrutado una y cada una, y por ello me siento completo.

Pero si sufro por el más simple y banal de los sentimientos, aquel que es tan poderoso, pero tan usado que nadie le importa dejarle abandonado, para retomarlo luego de nuevo y morir a su lado….

Algunos creerán que es el amor, y de hecho en algún momento lo fue, pero este sentimiento ya no lo es, se transformó primero en pasión y luego en desilusión, y ahora en su último grado se ha convertido en un ser incontrolable, y superior.

Porque cuando las cosas se salen de control, y la traición media entre dos fuerzas, no más que sentir un odio profundo por aquel que tanto amabas, que tanto sentías, y que ahora no puedes mirar a los ojos sin ver su alma y saber que aun siente algo por ti, pero que ya nada es igual, todo cambio para convertirse en un mal que acecha a tus espaldas y no se ira hasta que alguno de los dos se vea consumado frente al descanso y lágrimas del otro.

El descanso mismo es la muerte o la lejanía, ya que el odio no se apaga con lágrimas, besos o perdones, antes se aviva con la sola presencia de ese ser que amaste, que sentiste, que soñaste, aquel por el cual diste la vida y ahora quieres su vida…
 
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